miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Cómo motivar? ¿Cómo motivarnos? (Parte 5)

5. Ejemplo.  "Objetivo: Quiero motivar a mi hijo a leer"

Debemos empezar por actuar sobre los tres ingredientes de la ecuación motivacional, utilizando los 8 recursos educativos.
Primera etapa. Aumentar el deseo por la lectura.  Para encontrar la energía para leer debemos asociar nuestro objetivo con los 3 deseos fundamentales. En relación a los dos primeros deseos fundamentales ( de bienestar y de vinculación social), podemos utilizar el premio como recurso educativo, ya que estamos intentando instaurar una actividad nueva. Estos premios no tienen por que ser materiales, y de hecho, es mejor que no lo sean para no crear un interés externo. Los premios podrían ser elogios, muestras de afecto, expresiones de reconocimiento y logro,  y incrementar el tiempo que los padres pasan con los hijos al realizar tareas conjuntas.
También deberíamos considerar el tercer deseo: el aumento de nuestras posibilidades vitales. Sentirnos competentes, satisfacer la curiosidad y divertirnos son algunas de ellas. ¿Cómo fomentarlas? Centrándose en que el hijo sienta tales experiencias a través de las verbalizaciones de afectos y comentarios positivos y de las propias experiencias de diversión que la lectura pueda proporcionarles.
Segunda etapa. Aumentar el atractivo de mi meta  (hacer más atractivo para mi hijo el hecho de leer). ¿Cómo puedo conseguir que ese deseo de leer despertado sea más atractivo? Para ello tendremos que hacer un buen marketing de lo que queremos motivar. Debemos conseguir vender a nuestro hijo que la lectura puede divertirle, puede ser algo atractivo y motivante que le cree satisfacción. Y para poder hacer esto debremos de creer en ello verdaderamente. Tendremos que presentar nuestro objetivo como atractivo, interesante y útil (recursos 4: selección de la información y 6: razonamiento), debemos transmitir y contagiar nuestro propio interés y entusiasmo por la lectura (recurso 5: cambio de deseos y sentimientos  y recurso 3: el ejemplo). Para ello, primeramente, nosotros como padres debemos estar convencidos que la lectura es una actividad interesante y que vale la pena dedicarle tiempo.  El razonamiento (recurso 6) debe servirle para hacerlo.

Tercera etapa. Los facilitadores. Conviene averiguar si hay algún obstáculo que dificulte el hecho de leer (recurso 8: eliminación de obstáculos), y animar a nuestro hijo a hacerlo y expresarle que es capaz (recurso 4), comprandole o sacando de la biblioteca libros con temáticas interesantes para el niño/a, proporcionandole nuestro propio ejemplo que facilite el acercamiento al objetivo (recurso 3) y fomentar el hábito facilitándole tiempos y lugares adecuados para la lectura (recurso 7: entrenamiento).


La motivación no implica sólo despertar la energía, sino mantenerla. Por ello, si conseguimos mantener también nosotros la motivación para motivar a nuestro hijo a leer, tal objetivo, el propio hecho de leer se podría convertir en un premio en sí mismo, en un hábito interesante y estimulante en sí mismo que no necesitase de elogios y muestras de reconocimiento para mantenerse. Puesto, que es evidente que cuando la tarea es estimulante, mantener la motivación es fácil.