jueves, 30 de mayo de 2013

Educar a tolerar la frustración desde pequeños (Parte 1)


¿Cómo definimos la frustración?

La frustración es una vivencia emocional o sentimiento desagradable que aparece cuando un deseo, ilusión, proyecto o necesidad no pueden ser cumplidas o no se pueden satisfacer. Ante este hecho que nos provoca frustración, cada persona vive la experiencia de un modo concreto, y respondemos de diferentes maneras y con diferentes intensidades: enfadándonos, entristeciéndonos, asustándonos, amedrentándonos etc.

Por su parte, la tolerancia se relaciona con la capacidad de respetar, aguantar y/o soportar con paciencia y respeto algo que no compartimos o entendemos.

Por tanto, podríamos describir la tolerancia a la frustración como la capacidad de enfrentar situaciones adversas y altamente frustrantes y ser capaz de asumirlas y resolverlas. Aunque puede parecer fácil, no lo es.


La tolerancia a la frustración en los niños

En los niños más pequeños, el hecho de no tolerar ni una demora en la satisfacción de sus deseos es un comportamiento normal. Esto no resulta extraño si tenemos en cuenta que los deseos de los bebés están relacionados con las necesidades fisiológicas básicas como alimentarse o dormir. A esta edad es muy importante que tales deseos se satisfagan de inmediato, porque esto les proporciona una sensación de seguridad y estabilidad que es muy importante para su desarrollo emocional. 
 Sin embargo, a medida de los niños van creciendo se van dando cuenta que sus deseos no siempre pueden ser satisfechos de inmediato y en estos momentos es cuando van a aprender o no, a tolerar y aceptar cierta molestia o demora en la realización de sus deseos como algo inevitable. Tales aprendizajes en los niños van a estar directamente relacionados con las pautas educativas que utilicen sus padres para educar la tolerancia a la frustración. Por tanto, educar a los hijos a manejar las frustraciones es fundamental para su desarrollo posterior.

Desde la primera infancia el niño empieza a experimentar algunas situaciones que tienen que aprender a tolerar, como conformarse con un juguete diferente al que desean, o no conseguir el juguete en el momento que lo quieren, no tener la comida que ellos prefieren, no ir a jugar con otros niños en un momento determinado o no lograr que los demás hagan lo que desean en el momento que ellos desean, entre otros.
Estos niños que no toleran o aceptan que sus deseos no sean satisfechos de inmediato pueden expresarlo de diferentes maneras en función de su edad:  llorar, gritar, patalear, romper o/y tirar cosas, orinarse encima, tirarse al suelo, pegar a otros o a ellos mismos, cuando son más pequeños, o enfadarse o encolerizarse continuamente, quejarse en exceso, mostrar mal humor constante, discutir por cualquier revés, abandonar actividades rápidamente cuando no consiguen éxito, etc., cuando son mas mayores. Ante estas situaciones, los padres deben evitar satisfacer continuamente sus deseos por temor a un enfado, porque desean evitarles este sentimiento (como veremos en el apartado de orientaciones educativas). Lo único que lograrán es que sus hijos no experimenten la frustración y no estén preparados para afrontar situaciones estresantes. Sin embargo, si los niños aprenden a controlar la frustración serán capaces de postergar la satisfacción de los deseos, de esperar, de respetar los turnos, de sobreponerse cuando algo no les sale bien sin reaccionar impulsivamente…etc.


Continúe leyendo sobre las características de la alta y baja tolerancia en la adultez…..

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