lunes, 13 de mayo de 2013

El acoso escolar. Parte 2.

¿Quiénes participan en las situaciones de acoso escolar?


En las situaciones de acoso escolar intervienen al menos tres tipos de personas:el agresor, la víctima y los espectadores. Las consecuencias son negativas para todos ellos.

Agresor:

La característica compartida por los agresores es la falta de empatía, es decir, la incapacidad para ponerse en el lugar del otro, la no creencia en que sus actos repercuten en otra persona que los siente y padece como un tormento. A menudo el agresor puede llegar a pensar que la víctima se lo merece, pues las acciones de éste le han provocado y han provocado la reacción intimidatoria.

El agresor, a pesar de su impopularidad entre los compañeros de clase, consigue con sus actos que su posición en el grupo, su reconocimiento, mejore, demostrando ante los demás que es fuerte al producir miedo. Estas sensaciones de popularidad y de poder, le pueden llevar a consolidar y generalizar su patrón de agresor.   

Para los agresores, las conductas de acoso pueden hacerse crónicas y convertirse en una manera ilegítima de alcanzar sus objetivos, con el consiguiente riesgo de derivación hacia conductas delictivas.

Víctima:
La víctima es aquel chico o chica que sufre las agresiones. Entre las características compartidas por las víctimas destaca la falta de competencia social, la cual se refleja  su dificultad para saber comunicar sus necesidades claramente y para hacerse respetar por los demás. A pesar de esto, debemos tener presente que puede acabar siendo víctima cualquier chico o chica que no tenga el amparo de sus compañeros. Ante los ojos del agresor, cualquier razón es suficiente para convertirse en víctima: los rasgos físicos, la indumentaria, la capacidad intelectual, la sensibilidad artística, los buenos resultados académicos, etc. En resumen, cualquier forma de diferencia, de distinción, cosa que es realmente preocupante, puede constituirse el germen de la intolerancia y la insolidaridad.

El maltrato produce estrés psíquico, lo que constituye un problema grave para la salud de la víctima. No obstante, las consecuencias más comunes son ansiedad, culpa, intranquilidad, miedo, falta de confianza, disminución de la autoestima, soledad y, en algunos casos, depresión.  Todo ello interfiere en la vida académica provocando, con frecuencia rechazo a la escuela, al juego en grupo, dificultades de aprendizaje y absentismo.

Espectadores:

Los espectadores son las personas que están presentes cuando se producen las conductas de acoso sin participar activamente en ellas. Los observadores que no intervienen provocan más daño en las víctimas, refuerzan al agresor y se hacen daño a sí mismos disminuyendo su autoestima, fomentando sentimientos de impotencia, fatalismo y culpa, volviéndose más insensibles al sufrimiento ajeno. El miedo a ser ellos mismos los atacados por los agresores sirve de barrera psicológica para irse separando paulatinamente de la víctima.